Subtítulo: Investigadores de la FGV y del Instituto Juruá visitaron el Medio Juruá para apoyar cadenas productivas sostenibles, como la extracción de aceites, la jabonería ecológica y el manejo de peces. La iniciativa busca valorizar la economía local y preservar la selva, promoviendo la calidad de vida de las comunidades.
Por: Elzineide do Carmo e Maria Julia Ferreira
Traduzido por: Fernanda Diel
En la primera semana de octubre, un equipo de investigadores de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), en colaboración con investigadores del Instituto Juruá, realizó una visita al territorio Medio Juruá como parte del proyecto transdisciplinario “Innovación para la Creación de Valores Sostenibles: Entendiendo las Cadenas Globales de Valor en la Amazonía”, de la iniciativa Amazônia +10. El proyecto investiga los desafíos y oportunidades del desarrollo de estrategias innovadoras para las Cadenas Globales de Valor, buscando optimizar la sociobioeconomía local e integrando perspectivas económicas, sociales y ambientales. Durante la visita, los investigadores de ambas instituciones fueron a la industria de procesamiento de aceites vegetales de la Associação dos Moradores Agroextrativistas da Reserva de Desenvolvimento Sustentável Uacari (AMARU), en el municipio de Carauari. Los investigadores tuvieron la oportunidad de entender las etapas del proceso de extracción del aceite de las especies comercializadas (Carapa guianensis y Astrocarium murumuru), conocidas popularmente como andiroba y murumuru, respectivamente. Además de AMARU, los investigadores visitaron la Cooperativa Mista de Desenvolvimento Sustentável e Economia Solidária da Reserva Extrativista do Médio Juruá (CODAEMJ), ubicada en la Comunidad Roque. Allí pudieron conocer otra planta donde las semillas de la región son procesadas para la extracción de aceites vegetales de la selva nativa. Según los extrativistas y técnicos, uno de los grandes desafíos enfrentados durante el procesamiento es la obtención del aceite de andiroba con la calidad aceptada por el mercado. Esto se debe a que, si el proceso de secado no se realiza correctamente desde la recolección de las semillas del bosque, el aceite de andiroba queda muy ácido y los compradores no lo aceptan. También explicaron que en la última cosecha, en 2024, este problema no ocurrió, ya que instituciones asociadas y organizaciones de base comunitaria se planificaron y apoyaron mutuamente para reducir el tiempo entre la recolección y el procesamiento, lo que resultó en una producción dentro de los estándares aceptados para la comercialización.
En otra visita realizada por el equipo de investigadores, fue posible conocer la Jabonería Ecológica, coordinada por la Asociación de Productores Agroextractivistas de la Comunidad Nueva Esperanza en la Reserva Extrativista del Medio Juruá (ANNE). En la jabonería, administrada mayoritariamente por mujeres, se produce una gama de productos de limpieza, tales como: jabón líquido, suavizante, detergente y desinfectante con esencia de hojas y/o cáscaras de diversas especies provenientes de la selva. Además de la producción, en la jabonería también se realizan talleres para jóvenes y niños de la comunidad. Según Luciene, responsable de la jabonería y del vivero de plantas que son materias primas para los productos, recientemente se han ofrecido talleres a comunidades vecinas. También destacó que, aunque aún no producen a gran escala, se espera que en un futuro cercano los productos adquieran notoriedad y alcancen un mercado prometedor, lo que permitirá una mayor generación de ingresos para las mujeres involucradas en el proceso.
Los investigadores también tuvieron la oportunidad de conocer la comunidad Lago Serrado, donde se estaba llevando a cabo el manejo del tambaquí (Colossoma macropomum) y del pirarucu (Arapaima gigas). En el día de la visita, los investigadores participaron en una conversación con la presidenta de la Asociación de Residentes Agroextractivistas del Bajo Medio Juruá (AMAB), quien explicó la importancia del manejo sostenible para la preservación de las especies de peces y las dificultades enfrentadas por los pescadores en la vigilancia de los lagos.
Además de las visitas técnicas a las comunidades y organizaciones de base comunitaria, los investigadores entrevistaron al gestor de la RDS Uacari (Gilberto Olavo – SEMA-AM/DEMUC) para comprender de manera más amplia el proceso de gestión de las áreas protegidas en la región. Gilberto destacó la relevancia de las asociaciones locales en la promoción de una protección territorial más eficaz y en la generación de ingresos para las poblaciones tradicionales del Medio Juruá.
Según José Antônio Puppim de Oliveira, coordinador del proyecto, la experiencia fue excelente para conocer el procesamiento del pirarucú y la comercialización de las semillas oleaginosas en la región. Él destaca que “estar en el territorio en este período fue importante para comprender cómo los eventos climáticos afectan estas cadenas de valor, ya que la intensa sequía ha impactado fuertemente a la región”. El profesor de la FGV-EAESP e investigador del Centro de Estudios en Sostenibilidad, André Pereira de Carvalho, agrega sobre la relevancia de trabajos de campo como este, afirmando que “conocer la visión de los comunitarios y tener contacto directo con su día a día es esencial para comprender más profundamente los desafíos relacionados con la viabilidad de las cadenas de sociobiodiversidad”.
Michel Xocaira Paes, investigador del departamento de Gestión Pública de la FGV/EAESP, enfatiza que la visita fue esencial para que la FGV y el Instituto Juruá puedan colaborar juntos “en acciones prácticas para la mejora de la calidad de vida de las poblaciones locales, que son quienes tienen las condiciones de contribuir a mantener la selva en pie y mostrar al mundo un nuevo modelo de desarrollo”.
Además, el grupo de investigadores destaca que el proyecto permitirá un diagnóstico más preciso de los desafíos enfrentados por las comunidades involucradas en las cadenas de sociobiodiversidad en la región, siendo fundamental tanto para desarrollar el concepto de bioeconomía de la Amazonía como para demostrar su aplicación en la práctica. José Antônio Puppim de Oliveira refuerza, por último, que “este proyecto es importante porque tiene como objetivo fortalecer las cadenas productivas, lo que puede ayudar a dinamizar la bioeconomía local y permitir más valor agregado para las comunidades del Medio Juruá”.