Comunicación

Crisis de Sequía e Incendios Forestales en la Amazonía

Un manifiesto en apoyo a las reivindicaciones del IBAMA y del ICMBio, imprescindibles para la protección de nuestras selvas y demás ecosistemas.

Por: Camila Ritter Duarte e Maria Cunha
Tradução: Fernanda Diel

En el último año, la Amazonía enfrentó una de las sequías más intensas jamás registradas. Por ejemplo, en Amazonas, el estado más húmedo de Brasil, todos los 62 municipios amazonenses fueron afectados por la sequía y, según la Defensa Civil del Estado, la sequía afectó directamente a más de 600 mil personas. En septiembre de 2023, la Amazonía registró el mayor pico de incendios desde 2007, con 14.839 focos en la selva, resultando en un promedio impresionante de 2.968 focos diarios, equivalente a dos nuevos focos cada minuto. La ciudad de Manaos quedó cubierta por humo gris, reduciendo la calidad del aire y afectando la salud de la población.

Vista aérea del río Juruá. Foto: Hugo Costa

La crisis climática agravó la situación en Amazonas, aislando ciudades por la sequía de los ríos e impactando principalmente a las familias que dependen de la agricultura, comunidades ribereñas e indígenas. La sequía y el aumento de la temperatura de las aguas están asociados con la muerte de animales acuáticos y terrestres, amenazando la biodiversidad y poniendo en riesgo a las personas.

A pesar de que el fenómeno de El Niño intensifica la sequía en la Amazonía debido al aumento de las temperaturas del Océano Pacífico, la deforestación causada por la agropecuaria es señalada como la causa principal, según el Imazon. Un estudo do MapBiomas  reveló que la Amazonía es actualmente el bioma con mayor área de pastizales en Brasil, resultado de la deforestación asociada a los incendios.

A pesar del aumento en los focos de incendios, con la intensificación de la fiscalización del desmonte ilegal, realizada por el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables – IBAMA, obtuvimos una disminución del 49% en las alertas de desmonte en 2023 comparado con el año anterior. Esta reducción en el desmonte representa un avance significativo en la conservación de la Amazonía y en la protección del medio ambiente a escala global.

La combinación de desmonte y cambios climáticos ha reducido la capacidad de la selva para retener humedad, contribuyendo a estos períodos de sequía más prolongados. Estos períodos no solo amenazan la flora y la fauna, sino que también aumentan el riesgo de incendios forestales, que destruyen grandes áreas de selva.

La sequía en la Amazonía es un problema complejo que exige un enfoque integrado. En este contexto, los órganos ambientales desempeñan acciones fundamentales en el combate a estos problemas, pues actúan en diversas frentes, desde la investigación y monitoreo hasta la regulación y protección de áreas naturales. Valorar y fortalecer dichos órganos es esencial para garantizar la preservación de este bioma vital y para mitigar los impactos de los cambios climáticos. Acciones coordinadas e inversiones continuas también son necesarias.

La quema de grandes áreas forestales libera enormes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera, contribuyendo significativamente al calentamiento global. La Amazonía, que actúa como un importante sumidero de carbono, pierde esta función cuando es destruida por el fuego. El humo de los incendios causa serios problemas respiratorios y otras enfermedades en las poblaciones locales. Además, la contaminación del aire puede extenderse a áreas distantes, afectando la salud pública a nivel regional. Las comunidades indígenas, quilombolas y ribereñas dependen de la selva para sus modos de ser y actuar. La destrucción de sus tierras y la falta de agua causada por la sequía obligan a estas comunidades a enfrentar desafíos económicos y sociales significativos.

Enfrentamos una crisis ambiental que requiere acciones urgentes, que incluyen:

  1. Fortalecer políticas que promuevan la reducción de la deforestación, protejan áreas forestales e incentiven prácticas agroextractivistas sostenibles;
  2. Invertir en investigación para entender mejor los patrones climáticos y los impactos de la sequía, así como en sistemas de monitoreo, que pueden mejorar la capacidad de prever y responder a eventos de sequías e inundaciones;
  3. Valorar a los órganos ambientales y a sus servidores, que fiscalizan y protegen nuestros ecosistemas, como el IBAMA y el Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio).

La sequía en la Amazonía es una clara señal de la urgencia de actuar y adoptar medidas que concilien el desarrollo socioeconómico con la conservación ambiental, asegurando así la resiliencia de la selva amazónica y el bienestar de sus poblaciones. El presente año tendrá un evento climático atípico y severo, destacando la necesidad de acciones coordinadas para enfrentar la crisis que se avecina. El nivel del río Negro está por debajo del de la crecida de 2023, indicando la gravedad de la situación. Los eventos pasados nos han demostrado que acciones integradas son cruciales para enfrentar los desafíos impuestos por la sequía y trazar estrategias eficaces de protección de la selva frente a los cambios climáticos.

El Instituto Juruá refuerza la importancia de tales medidas y declara su apoyo a las reivindicaciones del IBAMA y del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), imprescindibles para la protección de nuestras selvas y demás ecosistemas.

 

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