Muchos investigadores llegan a una nueva área de estudio, desarrollan sus proyectos y se marchan luego después de recoger los datos, y no vuelven jamás. Cuando llegó a Juruá en 2013, Hugo decidió que no quería marcharse, pues había construído allí unos vínculos muy fuertes. El deseo de quedarse y contribuir al desarrollo de la región a largo plazo era el terreno fértil para fundar el Instituto Juruá, junto con los demás investigadores que ya trabajaban en el Río Juruá. Como director financiero, busca implementar herramientas de gestión cada vez más eficaces, descomplicadas y transparentes.