Comunicación

Los pueblos indígenas del Medio Juruá luchan por el reconocimiento y la autonomía.

Los Madija Kulina, Kanamari y Deni conforman juntos 5 Terras Indígenas, de las cuales 3 aún reclaman demarcación y protección.

Por Raimundo Francisco Silva (Manuel) y Nathália Messina, revisado por Cristabell López. Traducido por: Fernanda Luisa Diel.

En la profunda Amazonía, donde el río Juruá se encuentra con la floresta viva y exuberante, reside y resiste una riqueza cultural a lo largo del tiempo. En la porción media de este río, comúnmente denominada Territorio Medio Juruá, en los límites entre Carauari e Itamarati, observamos la presencia ancestral de los pueblos indígenas Madija Kulina, Kanamari y Deni.

Mapa de las tierras y aldeas indígenas de los pueblos del Medio Juruá, en los alrededores entre Carauari e Itamarati.  Autoria: Renato Rocha (Operação Amazônia Nativa  OPAN).

Estos pueblos están distribuidos en el territorio en 12 aldeas y en 5 Terras Indígenas (TI), de las cuales 2 están demarcadas y homologadas, que son la TI Deni del Río Xeruã (con cinco aldeas) y la TI Kanamari del Juruá (con tres aldeas y una nueva formación), ambas situadas en el municipio de Itamarati, que tiene una población indígena de 1617 personas, según datos del SESAI (Secretaría de Salud Indígena) de 2023. Otras 3 TIs, con una aldea en cada una, están en proceso de reivindicación. Estas son la TI Kanamari del Taquara, la TI Kanamari del Bauana y la TI Kulina del Uerê, todas ubicadas en Carauari, cuya población indígena se estima en 509 personas (Sesai, 2023). Entre las tierras indígenas de Carauari, la del pueblo Kulina del Río Uerê tiene su proceso de demarcación en estado avanzado, solo esperando el levantamiento catastral y su homologación, lo que permitirá salvaguardar un futuro seguro y digno para las generaciones venideras.

Pueblo indígena Kanamari de la Aldea Flexal, T.I Kanamari do Juruá, en manifestación por la mejora en la SESAI, año 2019.

Históricamente, los pueblos han sufrido diversas violencias y violaciones de derechos. Con el tiempo, los indígenas de la región fueron obligados a migrar de sus territorios para alejarse de la población no indígena. Durante el período del ciclo del caucho, con los seringales y las colocaciones de los seringueiros, hubo muchos conflictos que llevaron a los indígenas a distanciarse de este contexto de opresión. Los contactos, por lo general violentos, tuvieron diversas consecuencias entre los pueblos además de los conflictos, como la transmisión de enfermedades, como la epidemia de sarampión que afectó a los Deni y resultó en muchas muertes debido a la baja o ausencia de inmunidad y tratamiento. Con el fin del ciclo del caucho y la llegada de la iglesia católica y los sacerdotes que realizaron los primeros contactos con los pueblos de la región, el COMIN (Conselho de Missões entre Povos Indígenas) estableció una relación amistosa, buscando involucrar órganos de apoyo y fomento, como la FUNAI y otros colaboradores, con el fin de defender los derechos y el bienestar de estos pueblos. En seguida, el CIMI (Conselho Indigenista Missionário) entró en escena, ofreciendo servicios de salud y educación a los indígenas, incluyendo la enseñanza del idioma portugués y aspectos de la legislación, para que estos pudieran comenzar a verse como sujetos de derechos. En la historia de luchas y movimientos sociales de la región, también merece destacarse la participación de la OPAN (Operação Amazônia Nativa), Médio Juruá, brinda apoyo a algunos de estos pueblos y desempeñó un papel significativo en el proceso de demarcación de tierras. En el caso de la TI Deni, el CIMI, la OPAN y el Greenpeace, unieron esfuerzos en 2002 y en 2003 llevaron a cabo la auto demarcación, para garantizar la homologación del territorio que ocurrió en 2004, protegiendo así estas tierras anteriormente amenazadas por los intereses de WTK, una empresa maderera de Malasia, que poseía un título de propiedad para su explotación. Estas acciones de reivindicación se consolidaron y proporcionaron protección, allanando el camino para la llegada de políticas públicas a las aldeas, como educación y salud, con la presencia de SESAI. Aunque queda mucho por hacer, los Deni ya han logrado avances significativos.

Indígenas del pueblo Kanamari de la Aldea Taquara participan en las festividades del aniversario de Carauari, Amazonas, en el año 2023.
Pueblo indígena Madija Kulina en la Aldea Matatibem, Río Uere, Carauari, Amazonas, en reunión en la aldea para definir mejoras para el pueblo.

Antes de las demarcaciones, los Deni y los Kanamari reportan escasez de peces y animales de caza debido a las frecuentes invasiones en el territorio, pero con los procesos de demarcación, las diferentes especies fueron recuperadas, aumentando la biodiversidad y fortaleciendo la soberanía alimentaria. En esta situación, es posible percibir que los pueblos que cuentan con sus territorios reconocidos y demarcados disfrutan de una mejor calidad de vida y una mayor organización social, promoviendo una gestión más eficiente de los recursos naturales y un menor grado de invasión e intervención de los no indígenas. Por otro lado, en aquellos territorios donde los indígenas están luchando por su demarcación, prevalece el irrespeto a la cultura y las invasiones por la disputa de los recursos naturales son constantes. Esto refuerza el aclamado lema de DEMARCACIÓN YA de las tierras indígenas, un derecho fundamental para la vida y el bienestar de estos pueblos.

Mujeres indígenas Deni cantando canciones tradicionales en la apertura de la asamblea de ASPODEX en la Aldea Boiador, T.I Deni, año 2022.

Ante todo esto, destacamos la importancia de cultivar asociaciones sólidas y prospectivas para el fortalecimiento de la causa y de los pueblos indígenas, que, comprobadamente, a lo largo de los años y hasta el día de hoy, son los principales responsables de la creación, gestión y mantenimiento de la floresta viva. Por lo tanto, el Instituto Juruá, en colaboración con las organizaciones de base indígena y las instituciones indigenistas presentes y consolidadas en el territorio, está buscando establecer un mayor contacto y diálogo para que soluciones colaborativas, protagonizadas por los pueblos indígenas, traigan resultados positivos, resiliencia y esperanza por un presente y un futuro que garantice la vida y la salvaguarda cultural de estas tierras ancestrales.

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